Cuando el Neko llegó a Playa Ancha Alto por el año 1983 lucía el pelo negro,  estricto corte militar, bigote y pinta de treintón, un marino perfecto. Le ayudaba a pasar piola y creo que mantuvo ese look hasta el final de sus días. Nosotros trabajamos con él por casi tres años en el taller Macondo (1983-1984 y 1985),y no pasábamos de los 18 años.

 Al principio le teníamos un poco de miedo, por la pinta de facho y porque decían que los del Mir eran buenos para las bombas y eran extremistas. Hasta en los jóvenes de izquierda se mantenía caricatura, sin contar que le habíamos perdido una honda profesional, que llegó a  nosotros de parte de él. No sabemos muy bien cómo se dio la amalgama, entre un viejo de 35 años y su pareja con nosotros, un grupo de adolescentes.

Laa Maritza y él vinieron a Playa Ancha a hacer cosas, y esas cosas eran organizarse y luchar. La Maritza crea y se integra a las organización de mujeres, y el neko  buscó un rato donde instalarse. Playa Aancha ya tenía organizaciones y experiencia de lucha, estaba la J, llegó el Lautaro, estaba los troskos, la iglesia y estabamos en la revuelta permanente que eran la lucha callejera contra la dictadura. La época de las protestas. Había que hacer cosas, y se podía en muchas partes, pero el Neko y nosotros en esos años encontramos nuestro lugar en el taller Macondo ¿Por qué? No lo hemos conversado, pero me imagino que el Neko, encontró en lo apátridas de partido a jóvenes inquietos. Siempre debió haber sentido una cierta responsabilidad por estos pendejos revolucionarios e indisciplinados, que decidieron juntarse con él para hacer una camino. No sabemos cómo, pero se dio la amalgama.

La idea del nombre del taller fue del Neko, andaba con la idea de que el cerro era Real Maravillos, que lo que sucedía en playa Ancha era Real Maravilloso, en fin, alucinando como era su costumbre; entonces, la primera tarea fue leerse ese libraco de trecientas páginas. Y lo loco es que estuvo García Märquez en el cerro, estuvo con “La cándida erendira y su abuela desalmada” La obra de teatro, como por arte de magia  repletó la escuela N° 214 Nacionas Unidas.           El maravilla sucedió y la gente se encendió , al salir, espontáneamente los asistentes comenzaron  a gritar consignas contra Pinochet, llegaron los pacos, todos arrancando, una locura. Nosotros  terminamos carreteando en una casas del cuarto con los compas, con los actores y actrices de la obra , entre elllos  Andrés Pérez. Después supimos que echaron al director de la escuela inmediatamente. Por aquí debe andar. Fue algo muy especial.

La idea era hacer una simbiosis entre cultura y revolución.

Para una protesta, no recordamos cual, se nos ocurrió un previa  en el sexto sector, sabiendo que esa hora, tipo seis, es la hora de la espera, la hora del silencio y no anda nadie. Igual se nos metió en la cabeza. Era una especie de peña al aire libre.  

Montamos tres palos en forma de arco, llegó   un equipo del centro, y nos pusimos a vociferar como fin de mundo. Un único cantor  aceptó la cita, al que le hicimos cantar y cantar, no entendía nada. Llegaron tres pelagatos, a las siete  nos fuimos a esperar la protesta, con una docena de molotov previamente preparadas, con la puesta de sol andando y solo para probarlas tiramos una a la calle larga, que se incendió bastante bien, así caminando, sin desparpajo, sin capucha, a dos cuadras del blok de los pacos, creyéndosela toda. Digamos que en esos tiempos se gestionaba la cultura y también la barricada.

El Neko lideró un colectivo muy singualr, un colectivo de la calle, de las esquinas si se quiere, sin partido, sin línea política, sin cargos, pero revolucionaria. A él le gustaba llamarlo La Resistencia. Yo creo que siempre cachó que las cosas tenían que nacer de ahí, del taller mismo, que lo demás no serviría.

Hay una cosa que puede ponerle enjundia a la revolución, que puede llenar de fogatas y cariño a los cerros . No está en los libros de Mark ni en los Bakunin, y esa es la magia de la amistad en un incipiente poder popular que alguna vez logramos todos los que luchamos en esa época. Con el Neko vivimos algo de eso en plena dictadura y miles también lo sintieron.

Esos años del taller Macondo fue la experiencia que nos mantuvo relacionado con el Neko hata el día de su muerte. Esa experiencia de total hermandad, es la que nos permitió seguir conversando durante todo este tiempo.

Es un tiempo mítico que él se llevó y que creo insistió en transmitir, piediendo que en cada cosa que se hiciera, estuviese el fin de derrotar al enemigo, pero cagados de la risa.

Un compañero integrante del taller, escribió algo muy bonito con lo que terminamos, lo escribió cuando vio fotos de su despedida. Reza:

 “Es lindo constatar que esos que Berthol Brecht llamo " imprescindibles" parten con todo el reconocimiento, presencia y calor de los suyos y de los "no tan suyos", producto de lo que sembraron durante toda su vida.

Fue un privilegio para mí el haber compartido junto a él una parte de su trayectoria revolucionaria como compañero  en el Macondo y en el MIR, organizando ciclos  de cinema,  acciones militantes, peñas, pre-universitarios, etc y en las esquinas,  después del deber cumplido, una cerveza analizando la jornada.

Militante que era, y que nos enseño, que el único dogma que debíamos tener era no ser dogmáticos. “

Un cariño y fuerzas a Maritza y sus hijas.

 

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